En noviembre de 2022, tras la muerte de su abuela, Jake Moffatt compró un vuelo de Vancouver a Toronto con Air Canada. Una de las razones para elegir Air Canada fueron sus tarifas de duelo, es decir, precios especiales para vuelos relacionados con el fallecimiento de familiares directos. Durante el proceso de reserva, el Sr. Moffatt interactuó con un chatbot basado en IA en la web de Air Canada. El chatbot le indicó que podía solicitar tarifas de duelo con carácter retroactivo en un plazo de 90 días a partir de la fecha de emisión del billete, rellenando el formulario de solicitud de reembolso correspondiente. Unos días después de regresar del viaje, el Sr. Moffatt solicitó el reembolso, pero los empleados de Air Canada le informaron que no permitían solicitudes retroactivas. A partir de entonces, inició una serie de reclamaciones que culminaron en la denegación final del reembolso, aunque se reconoció parcialmente que el chatbot había utilizado un lenguaje que podía inducir a error.
La Sentencia resolvió el caso sobre la base de que había habido una «negligent misrepresentation» (tergiversación negligente por su traducción literal), acordando que el Sr. Moffatt tenía derecho a que se le pusiera en la posición en la que habría estado de no haberse producido la tergiversación. A este respecto, se consideró que la cuantía de los daños y perjuicios debía de consistir en la diferencia entre el precio pagado y el precio que habría tenido que pagar si se hubiera aplicado la tarifa del duelo, acordando el reembolso de dicha cifra.
En el análisis del presente caso, surge una cuestión crucial que requiere atención: el argumento presentado por Air Canada que sugiere que el chatbot es una entidad jurídica independiente responsable de sus propios actos. A pesar de que la UE propuso en 2017 la creación de una personalidad jurídica específica para robots en sus recomendaciones destinadas a la Comisión sobre normas de Derecho civil sobre robótica, el tratamiento de la inteligencia artificial ha tomado otros derroteros. Esta evolución ha quedado finalmente reflejada en la aprobación, el pasado 21 de mayo de 2024, del Reglamento de Inteligencia Artificial, y en la tramitación de las Directivas de responsabilidad por daños derivados de la IA y la adecuación de normativa sobre productos defectuosos. Estos desarrollos normativos ponen de manifiesto que la consideración del chatbot como entidad jurídica independiente tampoco tendrá cabida en nuestro derecho, aunque interactúe con terceros de forma autónoma o tome decisiones autónomas.
Sin perjuicio de las diferencias que existen entre el derecho contractual canadiense aplicable al caso y el derecho contractual español, resulta relevante analizar el caso por las implicaciones que el empleo de herramientas de inteligencia artificial puede tener en la formación de contratos. «Hay una diferencia de enfoque entre los sistemas de common law -derecho común- y de derecho civil, pero el efecto final es probablemente el mismo» (Weitzenboeck, 2001).
Aunque “misrepresentation” y error como vicio del consentimiento no son exactamente lo mismo, ambas figuras se encuentran estrechamente ligadas: para que haya lugar a una reparación del daño derivada de ellas, en ambos casos se forma una determinada voluntad interna sobre la base de una creencia inexacta inducida por la otra parte, en el caso que nos ocupa por la interacción con el chatbot de Air Canada.
Desde la perspectiva del common law, la comunicación de información errónea (o al menos no conforme a los términos y condiciones establecidos por Air Canada) desencadena tres posibles soluciones. Primero, la compensación por los daños y perjuicios derivados del incumplimiento del contrato; segundo, la indemnización a través del derecho de daños o extracontractual debido a la violación del denominado deber de diligencia («duty to take care»); y tercero, la opción de rescindir el contrato, lo cual implicaría que las partes deberían restituir los beneficios obtenidos. Sin embargo, en el caso presente, la rescisión del contrato no es aplicable dado que el Sr. Moffatt ya había realizado su viaje.
Las otras dos opciones se traducirían en la concreción de la cuantía de los daños y perjuicios de la siguiente forma: por la vía contractual, el demandante debe ser colocado en la posición en la que habría estado si el contrato se hubiera ejecutado según lo acordado; por la vía del derecho de daños o responsabilidad extracontractual: el demandante debe quedar en la situación en la que se habría encontrado de no haberse producido la tergiversación.
En la práctica, en el primer caso, el reembolso de lo abonado de más respecto de la tarifa por duelo supondría la ejecución del contrato según lo acordado. En el segundo caso, de haber sido informado el Sr. Moffatt de la imposibilidad de reembolso a posteriori, el contrato no se habría celebrado, de ahí que se trate por la vía del tort -derecho de daños- o responsabilidad extracontractual, pero en este segundo caso, la prestación llevada a cabo por la prestadora de servicio no puede retrotraerse, dando lugar a un claro enriquecimiento injusto en caso de que el Sr. Moffatt no pagara por dichos servicios. El problema sería pues, cual es la tarifa aplicable, y en este caso, el Sr. Moffatt podría haber comprado a tarifa de duelo, existente, operativa y publicada en el website de Air Canda en aquel momento a que no le fue ofrecida por el chatbot.
Desde la perspectiva del derecho contractual español, no cabe la posibilidad de una reclamación por vía de responsabilidad extracontracual como en el common law derivado de la “negligent missrepresentaion”, sino de anulabilidad por vicios del consentimiento, en concreto de error. Sin embargo, empleando de nuevo los términos empleados por Weitzenboeck, “efecto final es probablemente el mismo”, ya que ejercitada la acción de anulabilidad del contrato, la consecuencia es la declaración de la ineficacia del contrato con efectos retroactivos e intento de reestablecimiento de la situación patrimonial anterior a la celebración del mismo. En definitiva, esto supone situarnos en el momento previo a la celebración del contrato, que es la solución que por la vía del derecho de daños -tort- se contempla en el common law.
En el caso de Mr. Moffatt y Air Canada, la incorrecta transmisión de información se considera negligente por parte del Tribunal, a pesar de que Air Canada argumenta que la información correcta estaba disponible para el demandante en su página web. Cuando se trata del error como un vicio en el consentimiento, surge la pregunta de si esto constituye un error excusable o inexcusable según el derecho español.
En mi opinión podría ser considerado un error excusable, utilizando los mismos argumentos contenidos en una sentencia anterior que sostiene que no hay razón para justificar por qué el contenido de la página web sería intrínsecamente más confiable que su chatbot, ni por qué los clientes deberían verificar la información que encuentran en una parte del sitio web en otra parte del mismo. En este caso, la confianza razonable depositada en el chatbot como medio por el que se manifiesta el contenido de la oferta de una de las partes, junto con la falta de un aviso claro sobre la necesidad de verificar la información en la página web, podrían respaldar la consideración del error como excusable.
El uso creciente de asistentes virtuales u otras herramientas o sistemas basados en IA por parte de las compañías sugiere que casos como este podrían llegar a nuestros tribunales. La resolución del Tribunal canadiense ofrece una posible solución aplicable en el derecho contractual español. Sin embargo, esta sentencia, al igual que ya ocurrió en el caso Quoine en Singapur, no resuelve el mecanismo jurídico que permite la delegación del consentimiento a un sistema basado en IA, limitándose al reconocimiento tácito de esta nueva forma de formación y prestación del consentimiento contractual.
Autora: Maria Luisa Mena
Abogada y consultora Derecho NNTT
Profesora Derecho Civil UCH CEU
LLM Transnational Law KCL
PG Researcher King’s College London