Se podría decir que el sector legal ha superado su resistencia al cambio y ha acogido los conceptos de Legal Innovation, Legal Operations, Legal Marketplaces y Alternative Legal Service Providers, incorporándolos a la dinámica actual en la prestación de servicios legales. Actualmente nadie se cuestiona en el sector legal la relevancia de la innovación para conseguir mayor eficiencia y celeridad; es más, la mayoría se ha puesto manos a la obra y no sorprende la convivencia de diversos proveedores en el ecosistema. Ahora bien, llegar a obtener buenos resultados requiere tiempo y se podría decir que existe margen de mejora.
Toda propuesta de innovación plantea un buen mapeo de procesos y hábitos y “en esas” está el sector, incorporando el modelo de las Legal Operations (Legal Ops) para conseguir mayor eficacia y ser más competitivos. Venimos haciendo referencia a las Legal Ops desde hace tres años resaltando su valor añadido como nueva forma de abordar la prestación se servicios legales colocando en el centro al cliente.
Probablemente, toda la doctrina que envuelve al concepto de Legal Ops nace con la vocación de mejorar los procesos dentro de los despachos y departamentos legales, pero en su génesis no incorporaba la idea de elevar el servicio legal a la categoría de producto. Esa idea de producto que ya algunos visualizaban hace años como un posible futuro (The End of Lawyers?, R. Susskind) parece que empieza a presentarse como una realidad inmediata cada día más.
De la misma manera que en el sector se ha repetido hasta la saciedad que la prestación de servicios legales no puede quedar inmune ante el avance tecnológico, se escuchan cada vez más voces que entienden, como consecuencia lógica de lo anterior, que la tecnología permite automatizar procesos y generar beneficios económicos con ello. Y aparece el concepto de “productización” de servicio legal.
“Productización” de servicio legal o algo así como empaquetar procesos y venderlos como productos.
Se trata de una propuesta innovadora pero no nueva. Existen despachos de abogados que han lanzado productos de servicios legales hace años, si bien parece que en la actualidad se está convirtiendo en tendencia. Algunos ejemplos se citan por Jason Dirkx (Product Jobs Are Next en International Legal Technology Association).
Y este proceso de convertir en tangible lo intangible (servicio legal) empieza a estar definido en sus grandes elementos, pudiendo generar sorpresa de entrada en un sector en el que no se vende y, en menor medida, de manera escalable. Ahora bien, un sector que está atento a las posibilidades que el avance tecnológico le ofrece, y no sólo eso, porque la unión de la tecnología con el conocimiento técnico del abogado lo posicionan por encima de la competencia si hablamos de “productización” de servicios legales.
Dennis Kennedy en su artículo de 2014, Productization of Legal Services (actualizado en 2019), destacaba la gran resistencia del sector a incorporar fórmulas que funcionan en otras profesiones o industrias y animaba a superar ese recelo. De hecho, en su artículo citaba ya algunos ejemplos vigentes de auténtica “productización” de servicios legales sin conciencia aparente de ello, pero con la finalidad clara de abrir las posibilidades de obtener ingresos más allá de la hora facturable.
Abiertos a esa posibilidad, los defensores de las grandes oportunidades para generar beneficios económicos vendiendo productos legales destacan los siguientes elementos de esa fórmula:
- Detectar un problema susceptible de automatización (mapeo de procesos)
- Estandarizar un proceso que agilice la gestión a través de un software o proceso en línea (con código o sin código
- Formulario en línea y automatización de documentos (más o menos sofisticados)
- Fijación de un precio fijo por el paquete
Lucy Dickens en su libro, Its Time To Do Law Differently, refunde estos elementos en 3: (i) un alcance predefinido; (ii) un precio fijo y (iii) un sistema o método de entrega.
En definitiva, una vez empaquetado el proceso para prestar el servicio legal se establece un precio y se vende a gran escala.
En el supuesto de que el desarrollo de productos legales sea una tendencia (ya se verá), los despachos de abogados entrarían en una nueva fase de Legal Innovation: crear, comercializar y vender paquetes de procesos que les permitan obtener ingresos económicos escalables.
Todo esto va a exigir no sólo el trabajo junto a desarrolladores de software, sino también, junto a profesionales de marketing que planifiquen campañas para destacar el producto de la competencia, para idear campañas que atraigan a los clientes y, finalmente, para conseguir ventas. En definitiva, dejar a un lado el recelo sobre fórmulas que están funcionando con éxito en otros sectores porque “productizar” servicios legales no es el negocio de los abogados, pero sí puede serlo para algunos de sus grandes clientes.
De entrada, no parece fácil, pero si los más innovadores han empezado a hacerlo habrá que estar atentos.
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