El mundo audiovisual impregna nuestras vidas, no sólo en el ámbito personal sino también en el profesional. Por sentado que los videos, streaming y plataformas de comunicación son una pieza fundamental en el desempeño laboral, pero va más allá, porque la industria gaming también empieza a calar entre estudiantes de derecho y abogados.
Tanto es así que dentro de la oferta actual de videojuegos se pueden encontrar simulaciones de juicios, casos e historias que permiten el análisis de problemas, aplicación de normas y seguimiento de la solución jurídica a adoptar. En definitiva, aprender derecho de manera interactiva y con sensación de realidad; esa realidad virtual que nos está acostumbrando a sentir, pensar y hablar a través de historias entrelazadas que se desarrollan en el interior de una pantalla. Historias que pueden tener un escenario tan particular como la sala de un tribunal en el que los personajes intervinientes sean los auténticos protagonistas de un juicio o representaciones virtuales de diferentes siniestros que puedan servir de base para análisis de pruebas y evidencias.
La cifras millonarias movidas por la industria de los videojuegos la convierten en un motor esencial de la economía digital y al propio tiempo, en un modo de vida en sí mismo, no exento de problemas como las adicciones y el aislamiento personal respecto del mundo real generando incluso preocupación en algunos gobiernos (un ejemplo es China y su propuesta de restringir las horas de videojuegos de sus nacionales niños). Pero al margen de los serios inconvenientes derivados de descargar demasiada vida real en interacciones virtuales, lo cierto es que el entretenimiento que representan los videojuegos los puede llevar a ser considerados como una plataforma de enseñanza con ejemplos y experiencias “cuasireales”.
Imaginemos una sentencia de referencia recaída en un caso célebre por sus hechos y análisis jurídico consiguiente, que pueda ser estudiada visualizando el proceso, contestando interrogantes y repasando las intervenciones de los actores, todo ello “jugando”.
No es ninguna ficción, es una realidad de la que tenemos buenos ejemplos, como los siguientes:
1. iCivics Law Games
Plataforma que incorpora múltiples videojuegos para aprender derecho (Do I Have a Right?, Argument Wars; Court Quest, etc…).
iCivics fue fundado por la juez Sandra Day O’Connor, primera mujer en servir en la Corte Suprema de EEUU, para garantizar que todos los estadounidenses tengan el conocimiento y la voluntad de participar en un experimento único de autogobierno al transformar la educación cívica con juegos y recursos innovadores y verdaderamente atractivos. De todos sus logros, la juez O’Connor considera que iCivics es su trabajo más importante y su mayor legado.
2. LAW-GAME
An Interactive, Collaborative Digital Gamification Approach to Effective Experiential Training and Prediction of Criminal Actions.
Proyecto de la universidad de Salamanca, en este caso empleando inteligencia artificial que servirá para crear automáticamente diferentes escenas de incidentes 3D simuladas, enriquecidas con conocimientos formales e informales proporcionados por inspectores, policías y forenses.
Se trata de un motor de juego ampliamente utilizado (UnReal), que actuará como gemelo digital de escenas de incidentes simuladas (réplica de las reales), creando una historia contada desde la visión y experiencia del experto policía, inspector y forense con una plataforma de entrenamiento policial en toda la cadena de valor de un siniestro, inédita hasta el momento a nivel europeo.
El proyecto, que cuenta con la participación de más de 12 países, se ejecutará en el marco de la convocatoria Horizon 2020 Research and Innovation Framework Programme.
3. Law Dojo
Proyecto dentro del Open Law Lab de Magaret Hagan (Stanford Law) que permite aprender derecho de manera inteligente, rápida y divertida a través de un juego. La aplicación está creada para estudiantes de derecho, estudiantes de secundaria y cualquier otra persona que quiera aprender derecho estadounidense a través de un juego de ritmo rápido.
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