Cuando se habla de skills lawyers en el sector es ineludible la referencia a los diversos perfiles según su forma: en forma de ‘I’, en forma de ‘T’, ‘modelo Delta’ y en forma de ‘O’.
Las diferencias entre estos modelos son analizadas por Peter Connor en The shape of lawyers in the future: T, O or Delta?, en el que pone de manifiesto la necesidad de estructurar y sistematizar las habilidades no legales de los abogados a partir de propuestas diseñadas atendiendo a las exigencias del sector en cada momento y a la evolución de los modelos de negocio.
Por tanto, la delimitación de las hard y soft skills está en continua evolución, cobrando cada vez más importancia estas en los últimos años (¿Conoces la soft skills imprescindibles para los abogados del momento?) puesto que se evoluciona del hacer un buen trabajo a cómo hacer un buen trabajo adquiriendo especial protagonismo la inteligencia emocional del profesional del derecho.
Fuente: AlternativelyLegal Pty Ltd 2020.
Y esta continua evolución ha llevado a la formación en tecnología blockchain, código de programación e incluso diseño a los abogados más innovadores, completando sus conocimientos técnico jurídicos (hards skills). Pero también ha llevado a muchos a mejorar o desarrollar sus habilidades blandas, interesándose por la formación en liderazgo y acercándose al análisis y estudio del comportamiento humano en el ámbito profesional, adiestrándose para desarrollar cualidades como la empatía y trabajo entre equipos.
Pero la realidad del siglo XXI, la aceleración digital y los cambios derivados del año 20, han realzado el protagonismo de los conceptos de recapacitación y reformación de los profesionales, aunque ya en el año 2018 el World Economic Forum en su Report, Towards a Reskilling Revolution: A Future of Jobs for All, alerta de la importancia del tema ante el trepidante avance tecnológico.
Se recuperan así los conceptos de Upskilling y ReSkiling y parecen utilizarse en el momento actual como los innovadores instrumentos que representan la fórmula mágica para conseguir que los profesionales sean los más competentes para desarrollar su trabajo en un entorno de teletrabajo, digitalizado y versátil. Digamos que la necesidad de reforzar o readaptar los perfiles profesionales fruto del big data, IoT y la inteligencia artificial se acrecienta con lo sucedido en el último año.
Por Upskilling, se entiende la mejora en el perfil del profesional mediante una formación que le permita hacer su trabajo mejor. Por tanto, no se trataría de aprender nuevas habilidades sino de mejorar las que ya se tienen. Realmente es una necesidad del momento en el ámbito legal porque con la incorporación avanzada de inteligencia artificial en la prestación de servicios legales es preciso mejorar las habilidades tecnológicas que ya se tienen. Habilidades mejoradas mediante formación reforzada.
Reskilling, se refiere sin embargo a la nueva formación que permita “el reciclaje” del profesional. Se trataría de esos perfiles que movidos por las ganas de crecer e innovar se han formado en disciplinas que les permiten desempeñar roles tan importantes como el de head of legal innovation, legal designer o head of legal operations.
En opinión de Karol Valencia (The importance of re-skilling and up-skilling to achieve true transformation of the legal sector) este proceso de “recualificación” es el más complejo porque requiere muchas ganas de aprender, curiosidad y sentido crítico para poder determinar cómo o de qué manera estos nuevos conocimientos permitirán potenciar lo que ya se sabe y convertirse en un referente diferencial en la prestación de servicios legales frente a otros colegas y servicios ya existentes en el mercado.
Reforzarse o reinventarse, pero en cualquier caso avanzar.
Aparecen en el ecosistema legal este elenco de marcos conceptuales de las skills necesarias para ser un jurista completo y como señala Peter Connor, independientemente de las diferencias que puedan existir entre los tres marcos (“I”, “T” o “O”), lo único que tienen en común es que todos enfatizan la necesidad crucial de enfocar la capacitación y el desarrollo más allá del conocimiento y las habilidades legales.
Por tanto, una cosa si que es cierta, no hay vuelta atrás. De una manera u otra, potenciando o ampliando las habilidades y conocimientos complementarios que necesita un buen profesional del derecho en la actualidad, parece que las sinergias y los perfiles híbridos son esenciales como elemento diferenciador.
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