Estamos en momentos de cambios continuos y a consecuencia de ello, prolifera la divulgación de contenidos de todo tipo. En el sector legal, los nuevos conceptos de Legal Tech y Law Tech, tienen como consecuencia el crecimiento de la demanda de información -y formación- de todo lo relativo a estas nuevas disciplinas. Su carácter novedoso hace que todos aquellos que trabajan en la industria legal estén literalmente ávidos por saber.
Es el momento, por tanto, de valorar a todos los que se esfuerzan para proporcionar al sector contenidos de calidad, contenidos que informen y enseñen. Hace 50 años Peter Drucker, en su obra Landmarks of Tomorrow (1959), predijo que la información cambiaría la forma en que la gente trabaja: “en lugar de generar valor a través del trabajo físico con sus músculos, lo hacen con sus mentes”. Y llegó incluso a vaticinar que el activo más valioso de una institución en el siglo XXI sería el conocimiento y su productividad.
A raíz de su libro y sus reflexiones nace el concepto de knowledge worker, trabajador del conocimiento, es decir aquella persona que realiza su trabajo pensando, porque conoce su especialidad y además se espera de ella que cada día adquiera más conocimiento y sea más especializada. Y la gran aportación de Drucker en un momento en el que no existía internet, y por tanto el acceso a la información era infinitamente más limitado que en la actualidad, es que supo calibrar el enorme valor que la información tiene: un trabajador con la adecuada información en sus manos puede llegar a adquirir conocimientos.
Pues bien, actualmente se ha reinterpretado el concepto de knowledge worker, entendiéndose como aquella persona que trabaja en la selección de la “buena información” que sería aquella que se encamina a proporcionar un conocimiento de calidad. En un momento en el que vivimos rodeados de sobreinformación y en el que hay una proliferación de contenidos al alcance de todos, unos buenos y otros malos, ciertamente se hace necesaria esa figura del knowledge worker. Esa figura que se encamine a garantizar la gestión del conocimiento, seleccionando la información buena de la mala; la que genera conocimiento y la que no; y en definitiva, la que enseña y la que no lo hace.
En el sector legal, son las grandes editoriales jurídicas las que tienen ese papel relevante que va encaminado a proporcionar información que suponga transmisión de conocimiento. Y ahora más que nunca será la calidad de los contenidos la que determine lo anterior. La información que no enseña es información sin más, necesaria pero no suficiente. El gran reto del siglo XXI en este sector es informar y enseñar sobre todos los avances que la tecnología ofrece a la prestación de servicios legales, eso que todos llamamos Legal Tech.
Un buen ejemplo de ese liderazgo y protagonismo que corresponde a las editoriales jurídicas es el Estudio de Innovación en el sector jurídico 2019 realizado y publicado por Lefebvre, en el que de la mano de 15 expertos en Legal Tech, se analizan las tendencias de futuro y el impacto que la tecnología está teniendo en este sector. De entre esos expertos, Daniel W. Linna cofundador de Chicago Legal Innovation & Technology group, señala que escucha con frecuencia que con independencia del tamaño de la empresa, para innovar siempre hacen falta recursos, sin embargo, él opina que la clave se encuentra en crear organizaciones orientadas al aprendizaje.
Lo dicho, necesitamos información que transfiera conocimiento y que ayude a aprender.