Pregunta: ¿Cuál es su experiencia y cómo empezó en el mundo Legal Tech?
Respuesta: En octubre de 2017 asumí el rol de directora de transformación de la asesoría jurídica de Banco Santander. Mi posición anterior en el Banco era la de directora de asesoría jurídica de Restructuraciones y Participaciones Corporativas. Previamente fui responsable del asesoramiento legal a Global Real Estate y Portfolio Sales en Santander.
En septiembre de 2016 se incorporó un nuevo General Counsel al grupo, Óscar García Maceiras. Nuestro GC llegó con una visión innovadora de la asesoría jurídica y su objetivo era transformarla.
En paralelo, movida por esta visión transformadora, comienzo a indagar sobre temas de Legal Tech y organización de asesorías jurídicas.
Cuando me propusieron liderar el cambio, acepté encantada porque creo que el Legal Tech es el presente y el futuro del asesoramiento jurídico. Es posible que el cambio llamara la atención a algunos, pues pasé de un rol puramente jurídico a uno quizá menos conocido en el sector, y en el que se unían tres temas: organizativo/estratégico, jurídico y tecnológico.
¿Qué papeles están jugando las asesorías jurídicas en este proceso de transformación del sector legal?
La velocidad del cambio varía enormemente según la organización en la que nos encontremos. Los últimos años, y en especial el último, se han caracterizado por muchas conferencias y por mucha toma de contacto con respecto al mundo Legal Tech y al de la transformación de los servicios jurídicos. Pero creo que estamos superando un momento previo de concienciación, que debe dar paso a que las asesorías jurídicas comencemos a impulsar efectivamente el cambio.
Por lo que respecta a la relación entre las asesorías jurídicas con los despachos y los grandes proveedores jurídicos, nos encontramos ante una dinámica circular. Nosotros como asesoría jurídica les pedimos a los despachos una serie de servicios, que en ocasiones pueden prestarse con apoyo tecnológico. En el mundo Legal Tech, se me antoja con cierta claridad que hay una serie de tecnologías que tiene sentido que tengamos en casa y hay otra serie de tecnologías que a lo mejor no es necesario tener inhouse. Sobre todo, hay que tener en cuenta el tamaño de la asesoría jurídica y de la compañía, así como las áreas de asesoramiento que más impacten a la asesoría en concreto. En ciertos casos, la solución podría pasar por comprar en el mercado los servicios jurídicos que incluyan ese componente tecnológico. En este sentido, las asesorías creo que estamos siendo y que vamos a ser -cada vez más- impulsores de este cambio y los despachos van a tener la necesidad de transformarse demandada por nosotros y por el avance imparable del propio sector de servicios jurídicos. Además, no debemos perder de vista a varios despachos y proveedores de servicios legales están liderando iniciativas tecnológicas muy interesantes.
En cuanto a la perspectiva interna, ya se lleva hablando años del “más por menos”, ser más eficientes, más business partners. Al final, lo importante es resolver los problemas de forma eficaz, ser práctico, dar soluciones jurídicas y ayudar a tu cliente interno en la gestión de riesgos. Cada vez más, los abogados somos gestores de riesgo y debemos incorporar herramientas de detección y gestión de riesgos legales. Hablo mucho de esto porque trabajo en un banco y la gestión de riesgos la tenemos metida en el ADN, pero creo que es algo que está llegando y llegará a otras asesorías jurídicas.
En conclusión, creo que las asesorías jugamos un rol importante en la transformación del sector.
¿Qué iniciativas del ámbito Legal Tech estáis incorporando a la prestación de servicios jurídicos en el departamento? ¿Cuál es la que ha tenido más éxito/ mejor acogida / un impacto tangible? ¿Ha habido algún cambio que pensabais que funcionaría muy bien pero en la práctica no ha alcanzado vuestras expectativas?
Las asesorías jurídicas nos habíamos quedado un poco retrasados con respecto a los despachos porque –aparentemente- no teníamos una necesidad de implantar tecnologías, salvo en temas muy puntuales. Históricamente se ha venido realizando el trabajo de una manera muy tradicional y manual.
En la asesoría jurídica de Santander hemos hecho varias implantaciones y tenemos otras tantas en curso, dentro de nuestro plan tecnológico para la asesoría jurídica. Algunas iniciativas se han centrado en la mejora de la gestión documental, automatización documental (con el correspondiente ahorro de tiempos), analítica de documentos y extracción de información con machine learning, autoservicio legal (chatbots) y automatización de workflows, visualización de datos y otras particulares relacionadas con analítica documental.
Un ejemplo de proyecto pequeño, en formato autoservicio, pero de mucho interés para el equipo ha sido la creación de un chatbot de GDPR. Los empleados de la corporación pueden hacer preguntas al chatbot y la herramienta va respondiendo. Si las preguntas son de una cierta complejidad o se refieren a supuestos muy concretos que requieran un análisis más detallado, se redirige al usuario a la asesoría jurídica. El chatbot lo hemos creado en colaboración con Santander Global Technologies y entrenamiento lo hicimos nosotros mismos, desde la asesoría jurídica. Adicionalmente, al ser una herramienta viva, en constante evolución, lo vamos enriqueciendo con preguntas que no estaban incluidas inicialmente, a la vista de las consultas más habituales de los usuarios.
¿Qué aporta la figura del abogado innovador a la compañía? ¿Cómo os relacionáis con otra áreas?
Nuestro Grupo está en un proyecto de transformación global, y la asesoría jurídica es parte de este proyecto. Una de las cosas que hago, como responsable de transformación, es relacionarme con los compañeros que hacen cosas parecidas en otras áreas del banco para compartir con ellos información, mejores prácticas, e incluso, colaborar en proyectos. El banco tiene múltiples foros sobre innovación, y esto hace más fácil esa relación entre compañeros. A raíz de esos encuentros, te vas ayudando de varias maneras. En ocasiones, de manera natural y espontánea pasas a convertirte en una suerte de prescriptor de posibles soluciones para otras áreas, y viceversa, otras áreas te ayudan en tu proyecto. Porque al final, en una asesoría jurídica los flujos de trabajo en los que participamos suelen involucrar a equipos y personas muy distintas a lo largo de toda la organización. En estos procesos es fundamental colaborar con los distintos compañeros y áreas. Por ejemplo, personas de la parte más técnica que están trabajando en proyectos de blockchain han de estar en contacto con las áreas de negocio, con legal, riesgos, con asesoría fiscal… De un modo u otro las interacciones y los equipos multidisciplinares surgen de manera natural, y son enriquecedoras para la organización.
¿Qué buscáis en un proveedor de Legal Tech?
De los proveedores nos interesan las soluciones que puedan mejorar o simplificar la forma en que prestamos servicios a nuestros clientes, así como la oferta de nuevas funcionalidades. Tratamos que sean herramientas fácilmente exportables a otros países, que sean integrables con otras herramientas, y que lo proveedores cuenten con un cierto track-record. El sector Legal Tech está en plena efervescencia, están apareciendo muchas compañías para servicios tecnológicos similares. Por ello, la viabilidad del proveedor y su proyecto es relevante para nosotros.
De los proveedores también requerimos que cumplan nuestros requisitos de homologación (solvencia técnica, económica, etc), así como de ciberseguridad.
En algunos casos, realizamos desarrollos inhouse, pues tenemos la suerte de colaborar con áreas como las de Tecnología y Operaciones del grupo, Santander Global Technologies o el Laboratorio de Machine Learning, que cuentan en todos los casos con profesionales muy potentes en sus áreas de conocimiento.
¿Ha cambiado lo que esperáis de los despachos que prestan servicios legales al banco?
Los despachos han cambiado, están cambiado y es previsible que vayan a seguir adaptándose e innovando en el futuro. El Grupo trabaja con un panel de despachos en muchos países y la realidad es que en los últimos tiempos nuestra relación es más de colaboración. Es decir, no vemos a los despachos como simples proveedores sino como colaboradores. Trabajamos con ellos en muchos temas de formación, por ejemplo hemos sido de los primeros en crear un programa de secondment inverso, hacemos colaboraciones en cuestiones relativas a innovación, etc.
¿Qué está cambiando? Los despachos están abiertos a cosas que antes no hacían, por ejemplo, a contar más abiertamente qué proyectos tienen en la mesa: no solo de tecnología, también en innovación, a escuchar al cliente y pedirnos opinión en temas de innovación.
En mi opinión, este enfoque colaborador es todo un acierto.
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