El pasado marzo de 2017, Donald Trump emitió una orden ejecutiva para poder utilizar la verificación biométrica en la identificación de todos los viajeros que crucen cualquier frontera estadounidense a partir de 2021. La orden estipula la obligación de reconocimiento facial del “100 por cien de todos los pasajeros internacionales”, incluidos los ciudadanos estadounidenses, en los 20 principales aeropuertos de Estados Unidos. Por ello, el Departamento de Seguridad Nacional (DSN) del país está estableciendo las últimas medidas en todos los aeropuertos. Pero, ¿están utilizando las verificaciones adecuadas? ¿Hasta qué punto están violando la privacidad de las personas?
Según la agencia de noticias BuzzFeed, el objetivo de Donald Trump es “utilizar la tecnología de reconocimiento facial en 16,300 vuelos por semana”. O, lo que es lo mismo, 100 millones de pasajeros en lo que resta del mandato Trump.
La agencia de noticias añade que ha tenido acceso a 346 páginas, en varios documentos, de ‘Electronic Privacy Information Center’, empresa sin ánimo de lucro, en los que, entre otras cosas, se pone en duda la legalidad del proyecto. En estos documentos se observa, explícitamente, que no hay ningún límite en el uso de datos por parte de las aerolíneas asociadas. El DSN no ha respondido tampoco a ninguna pregunta acerca del uso de los datos por parte de las compañías tecnológicas.
Además, los documentos sugieren que el DSN ha omitido partes del “proceso de regulación” para evitar el feedback de la gente antes de implementar la tecnología en civiles, algo que han criticado los defensores de la privacidad. Además de las implicaciones en la privacidad, la vigilancia o la libertad de expresión, existen problemas de inexactitud y sesgo relacionados con el reconocimiento facial y su tecnología. Un caso reciente, por ejemplo, es el de Amazon. El pasado verano, la ‘American Civil Liberties Union’ informó que la tecnología facial del gigante americano había emparejado falsamente a 28 miembros del Congreso con fotos de posibles criminales. Además, en su mayoría, las coincidencias falsas tenían relación con personas de color.
Jeramie Scott, directora del Proyecto de Vigilancia Doméstica en EPIC, explicó: “Es importante tener en cuenta lo que significa para los estadounidenses el uso de reconocimiento facial en los aeropuertos. El gobierno, sin consultar a la población -un requisito del Congreso-, y sin consentimiento, utilizará el reconocimiento facial para identificar digitalmente a millones de estadounidenses”.
A su vez, Jay Stanley, analista de ciencias políticas y participante en las reuniones explicativas del DSN, añadió: “La tecnología de reconocimiento facial se está normalizando en los puntos de control a pesar de ser una tecnología de vigilancia extremadamente peligrosa que tiene el potencial de hacer cosas nunca antes hechas en la historia de la humanidad. El gobierno está abriendo un camino hacia un amplio despliegue que es injustificado e innecesario”.
La respuesta del portavoz del DSN no se hizo esperar: “El DSN está comprometido con proteger la privacidad de los viajeros y ha publicado varias Evaluaciones de Impacto de la Privacidad sobre el impacto biométrico, implementando sólidos cortafuegos de seguridad que implican la limitación de las cantidades de información personal que se utiliza en cada operación”.
Lo cierto es que en Estados Unidos no hay leyes que regulen el uso de reconocimiento facial. Hasta el momento, los tribunales no se han pronunciado sobre si se constituye como una búsqueda bajo la Cuarta Enmienda («El propósito de la Cuarta Enmienda es proteger el derecho a la privacidad de los ciudadanos americanos y garantizar su libertad ante intromisiones excesivas por parte del gobierno”). A pesar de este vacío legal, el gobierno trabaja rápidamente para implementar el reconocimiento facial en los principales aeropuertos del país. Ya se está utilizando en diecisiete aeropuertos internacionales como Atlanta, Nueva York, Boston, San José o Chicago, entre otros. Las principales aerolíneas que están a favor de la idea son: Delta, JetBlue, British Airways, Lufthansa y American Airlines.
El principal problema de las líneas aéreas o aeropuertos a la hora de negarse a aceptar esta medida está en que se trata de una infraestructura fija. Además, si no se aplica, serán habituales las acusaciones y presiones, estipulando que amenazan a la seguridad nacional del país. Se trata, por tanto, de un status quo que no es sostenible para las partes interesadas, con una gran posibilidad de generar clientes insatisfechos.
Atlanta como sede de todas las pruebas
El primer piloto de reconocimiento facial que puso en práctica el DSN fue en junio de 2016 en el Aeropuerto Internacional de Atlanta. En un vuelo de Atlanta a Tokio (Japón), una vez al día, las fotos de los pasaportes de los pasajeros fueron emparejados biométricamente con fotografías en tiempo real. Así, antes de que los pasajeros llegaran al puente de carga para entrar al vuelo, los oficiales del DSN pidieron a los pasajeros que escanearan sus tarjetas de embarque. Posteriormente, una cámara tomó una foto digital de la cara de los viajeros, con un sistema desarrollado por el DSN, en el que automáticamente comparaba las imágenes durante el embarque con una galería de fotos.
Según el DSN, el objetivo era “identificar a cualquier ciudadano no estadounidense que pudiera presentar documentos de viaje falsos”. A pesar de ello, el DSN ha explicado que “no cree que haya tiempo suficiente para separar a los ciudadanos estadounidense de los no estadounidenses antes del embarque”. Además, ha añadido que, una vez identificados los ciudadanos estadounidenses, sus imágenes serán eliminadas.
Tres meses después de las primeras pruebas en los vuelos a Tokio, el DSN cambió a un vuelo diario de Atlanta a Ciudad de México. El aumento de las pruebas a un promedio de siete vuelos por semana permitió al DSN reafirmarse en su proyecto y considerar que “la tecnología de reconocimiento facial, como solución biométrica, era la opción más operativa y fácil de usar para el viajero”.
Fue en junio de 2017 cuando el DSN expandió definitivamente sus pruebas con la inclusión de hasta cinco aeropuertos internacionales justificando “la tecnología de reconocimiento facial como una solución viable”. A día de hoy ya hay 17 aeropuertos en el programa y tres más en construcción.
Durante su expansión en 2017, se decidió cambiar el Sistema de Información de Salida del DSN por un sistema de emparejamiento automático más avanzado llamado Servicio de Verificación de Viajeros (SVV). El DSN ha descrito el SVV como “una infraestructura virtual, basada en la nube, que puede almacenar imágenes temporalmente y operar mediante una red inalámbrica”. Añade, que una vez el pasajero está a bordo del avión, el SVV confirma automáticamente si hay coincidencias biométricas.
De inicio y para paliar posibles críticas, el DSN permitirá a los ciudadanos estadounidenses rechazar la verificación facial y confirmar su identidad a través del proceso de embarque habitual: “Para garantizar la transparencia del proceso biométrico, trabajamos con aerolíneas y aeropuertos para incorporar notificaciones e incluir los procesos en sus negocios, incluyendo, entre otros, anuncios de señalización en las puertas de embargue”.
Según Delta, y como muestra del impacto de la tecnología, menos del 2% de los 250,000 pasajeros semanales que pasan por la Terminal F del aeropuerto de Atlanta optan por no usar la tecnología de reconocimiento facial.
Errores que ponen en peligro el sistema
Las primeros problemas del uso de la tecnología empezaron con los ciudadanos que ocultaban sus rostros por motivos religiosos. Por ello, el DSN ha dado libertad total en el procedimiento estándar del SVV para los pasajeros con vestimentas religiosas.
También aparecieron problemas en el emparejamiento de caras. Los datos del uso de la tecnología muestran que solo hay confirmación biométrica para el 85% de los pasajeros. Fueron problemáticos, por ejemplo, algunos grupos de edad y nacionalidades como la mexicana o la canadiense. A pesar de ello, un portavoz del DSN asegura que los porcentajes han aumentado del 85% al 98,6%.
Según una auditoría de la OIG (Oficina de Inspección General), el DSN “no ha establecido una métrica en el emparejamiento de fotografías”. Y, añaden, que el algoritmo de SVV puede establecer un umbral de coincidencia limitado, verificando a un porcentaje más alto de personas pero a su vez aumentando los falsos positivos.
Clare Garvie, asociada en el Centro de Privacidad y Tecnológico de Georgetown Law, explicó los fallos del sistema: “En teoría, podrían bajar el umbral a cero. El sistema diría: “Solo Claire está autorizada para embarcar, todo el mundo es Claire, y por tanto, todos los pasajeros puede subir al avión””. Así, el sistema tiene, técnicamente, una tasa de confirmación del 100%. Garvie, añadió: “Parece que el DSN ha establecido un porcentaje de falsos positivos, algo que no había hecho en el pasado”.
La visión del gobierno es que el DSN construya un “portal de comunicación que ayude a la seguridad de los aeropuertos, utilizando imágenes faciales como una clave biométrica única para poder identificar y relacionar a los viajeros”.
Según el documento, esto permitirá “verificar biométricamente en el check-in, en la entrega de equipaje, en los controles de seguridad, en el acceso a las salas de espera, en el embarque y en otros procesos en el aeropuerto”.
En resumen, el DSN propone vigilancia en todo el aeropuerto.
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